"y así nomas son viditay, mis penas como las siento; pelusitas de totora que andan jugando en el viento"
Mario Arnedo Gallo
Desde el monte santiagueño; desde el norte del norte,el interior del interior. Abrazando a los de abajo y a la izquierda...a los del corazón. Haciéndose pobre y amando la pobreza.
Con sabor a tierra sudor y sal. Una ventana para mirar otro mundo, un mundo donde caben muchos mundos. Palpitando un Reino que ya camina en la historia y buscando PARA TODOS TODO...

jueves, 4 de agosto de 2011

Lugar de Nacimiento

Virgen Santa de Huachana Madre de Nuestro Señor
Tus devotos peregrinos piden hoy tu bendición…



Huachana es lugar de nacimiento en la lengua de los quichuistas. Lugar donde se da a luz. Donde se nace. Son siete casas durante todo el año, sin luz, sin agua, sin teléfono. Son ochenta mil personas en la última semana de cada julio…


Es baile, alcohol, fe y carnaval. Rodillas cansadas, pies sangrantes, promesas, testimonios, lágrimas.


Huachana para mí fue ver a una iglesia que viene naciendo. Que no sale en ningún medio (ni siquiera los locales). Donde en medio de tanta crisis, tanto sin sentido, un pueblo se encuentra en su ser hijo, su ser cristiano, su ser divino. No nos detienen ni los patrones ni los bobadales. Los nuevos alambres que año a año se multiplican son saltados, rodeados, y ojalá alguna vez sean cortados. Porque no hay explicación para tanto amor, no se entiende tanta fe. Y mucho menos desde algún lejano escritorio en una urbe gris. El pueblo es de María y María es de su pueblo. No se lo puede negar. Pregúntenle sino a todos los discípulos amados que en estos días se la llevaron a su casa; salteños, jujeños, santiagueños, tucumanos, chaqueños, formoseños. ¿Quién se atreve a decir que el pueblo no es cristiano, no es creyente? Que estúpida teoría la que venden por doquier donde quieren forzar la realidad a sus mediocres esquemas mentales.


Porque es más fácil. Es mejor así.


A un pueblo que no cree, que no siente trascendencia hay que guiarlo, hay que llevarlo, hay que adoctrinarlo. No sabe. No entiende. No concibe. ¡Pero ese pueblo no existe, ejércitos de masturbadores intelectuales! Ese es el pueblo que les conviene, que anhelan y desean para poder tener un atisbo de existencia colectiva ustedes que son solo lóbregas sombras de anhelos inconclusos, de partos abortados, de tristes borracheras que eligieron distraerse en divagues hipotéticos…a reconocerse hijos pródigos de una raza ancestral que vive y se sobrepone ante sus espíritus matricidas.


Un pueblo como este se sabe divino. Se sabe Hijo de Dios, se sabe libre y liberador. Tengan cuidado dueños de la noche, no menosprecien nuestro corazón de hijos. Tenemos una madre que nos cuida, que nos ama y que no nos deja solos.


En huachana, nuestra parroquia Del Carmen, nuestro pueblo de Campo Gallo; también encontró su lugar de nacimiento. Allí estuvimos todos, nuestro grupo de hombres haciendo el apoyo, los jóvenes y los exploradores, las mujeres y misioneras. Jóvenes y viejos. Ricos y pobres. Todos estuvimos junto a la madre.


Vimos y mostramos que se puede hacer una “parroquiacasadetodos”, una parroquia de puertas abiertas que está de pie y camina a ver a La Madre junto con sus pastores. Mas familia, mas comunidad; menos paquete, menos orden, menos limpieza…MUCHAMASVIDA.


Algo de mi nació en Huachana, no sabría decir bien que. Un color, una vibración especial, un sentido nuevo para mirar y tocar la realidad desde el Corazón de Dios al Corazón de los hombres.
Ojalá siga naciendo aún cuando ya no esté en esta tierra de soles.-

jueves, 26 de mayo de 2011

Soy de la Tierra

Soy un hombre de la tierra, y me gusta serlo. Me gusta mucho. Me siento bien con mi gente, la gente de la tierra, la de todos los días. La que llora el dolor y ríe la alegría (y que a veces hace las dos al mismo tiempo sin necesidad de por eso ir al psicólogo). La que sufre, ama, lucha, vive y muere siempre mejor en comunidad que en solitario.

Porque soy de la tierra me duelen los pies. Me duelen estas raíces que me afirman donde estoy. Me duele el dolor malo, la vida trunca, la indiferencia siempre.

Me siento vivo con lo mío. Con mi música, mi vino, mi amor, mi Dios, mi fe. Conmigo. Con todos los migo. Porque yo ya no soy yo. No me puedo pensar en un yo estrictamente yo, personal, individual.
En mi yo ya soy muchos. Son  la alegría y la tristeza de muchos. Especialmente de los que necesitan compañía en su alegría y en su tristeza…




Porque soy de la tierra me voy gastando. Lo sé. Lo siento. En cada lágrima se me va un poco. En cada latido se sacude un poco de mi. Ya no soy lo que era. Gracias a Dios soy un poco menos. Cada día un poco menos. Soy menos fuerte, menos autosuficiente. Soy menos en mi y un poco más en los otros.

¿Llegará un día en que ya no sea y solo seamos? ¿Viviré un tiempo donde no me encuentre más que en mis hermanos?

Ojalá que sí. Espero ser más pobre, más pequeño, más niño. Espero perder mi nombre, mi apellido, ser solo un murmullo…un sonido…una melodía de tierra y sal, que se haga camino en los caminos para que me anden y recorran los que buscan perderse para encontrarse en los otros.

No sé si podré, no sé si llegaré. Pero esperaré amando para que mi espera sea esperanza.-

miércoles, 11 de mayo de 2011

Gracias Padre Carlos

Me acuerdo que cuando por primera vez leí sobre vos no me gustó ni un poco. Muy peroncho. Muy violento. No era eso lo que yo entendía sino lo que me decían que entienda. Pero la procesión iba por dentro, muy por adentro. Quizás ahí empezó esta seducción de dejarlo todo…aun dejándolo todo. Un ser pobre con los pobres y una entrega con los que se entregan. Quizás ahí me empezó a llamar tanto la atención la villa, la pobreza por domicilio, la exclusión que no es de muros ni cercos sino de indiferencia.



El tiempo pasó un poco más y nos volvimos a ver. Fue ya desde otro lugar. Desde otro tiempo y en otra situación. En la 21, caminando por Osvaldo Cruz viste, ahí en el pasillo del Gauchito Gil, donde paran los tranzas justo antes del metalero; ahí en esa pared, te encontré pintado, presente, cuidando a tu gente. Ahora ya son dos los centinelas de ese pasillo, de distinta historia y tiempo pero con la misma entrega.



Esa vez no pude resistir el impacto. Te busqué y te encontré. Y me encontraste. En la palabra sencilla; en la frase certera y honesta; en la vida jugada; en el hambre que duele; en la pobreza elegida y asumida; en el cariño entregado… En el Amor que nos amó primero.
Ese encuentro, hoy rezando y reflexionando, veo que me definió. Me dio la fuerza para entregar la vida por los hermanos, por los más pobres, con los más pobres. Me dio la certeza de dejarlo todo, todo por el Reino, aún lo que más cuesta y es más propio. Me mostró que si se puede ser entero, ser radical, ser comprometido. Se puede darlo todo. Se puede dejarlo todo en todos.



Hoy, a 37 años de tu martirio por manos del mal gobierno, pienso en vos y pienso que nos dirías. Que les dirías a tus hermanos de las villas Que le dirías a tanto cura villero que siguió tu ejemplo y tu palabra. Que nos dirías a los que hoy te tenemos como nuestro mártir…nuestro prócer…nuestro padre.



Hoy en el día de tu pascua quiero darte gracias por tanto.

Gracias por tu coraje, tu entrega y testimonio. ¡Qué bien que nos hace! Qué bien que me hace…

Gracias por abrazar al mundo en su realidad y pluralidad. Porque nos abrís un camino más ancho que largo.

Gracias por tu corazón tan humano, tan hermano y tan pobre. Gracias por ese amor coherente y comprometido.

Gracias por tu Sacerdocio. Sin claudicar. Sin medias tintas. Sin tranzar ni para adentro ni para afuera de la Iglesia.

Gracias por tu Peronismo. De Perón, no del manoseo de la gente, del clientelismo egoísta y nefasto.

Gracias por tu oración, comprometida y cercana. Abrazadora de una realidad tan dura y compleja pero 
abierta al triunfo de la Vida.

Gracias por tu muerte. Sin mezquindades. Sin egoísmos. Dejando todo por tu pueblo.

Gracias por tu resurrección en cada villa, en cada muro, en cada pared, en cada cura de verdad, en cada 
voluntario, cada pibe de las parroquias…

Gracias por todo Padre Carlos.

viernes, 29 de abril de 2011

Instrucciones

Esta vez no escribo nada, sino  que comparto de lo mejor que he leído y de uno de los ejemplos y guías que tengo en esta caminada... Espero les guste. (Para mi tiene mucho de Cortázar...y me encanta)

INSTRUCCIONES PARA CAMBIAR EL MUNDO 

I. Constrúyase un cielo más bien cóncavo. Píntese de verde o de café, colores terrestres y hermosos. 

Salpíquese de nubes a discreción. 

Cuelgue con cuidado una luna llena en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo. Sobre oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso. Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día. 

II. Reúna los silencios necesarios. 

Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche. Con paciencia vaya afilando uno de sus extremos. Elija un traje marrón y un pañuelo rojo. Espere el amanecer y, con la lluvia por irse, marche a la gran ciudad. 

Al verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose unos a otros. Pero… ¡no se detenga!… la lucha apenas se inicia. 





LAS DEFINICIONES 

El Mar: Es ancho y húmedo, salado. Se mira siempre de frente y con entereza. Al final uno sale limpio e invencible. 

Amar sigue siendo difícil… andar también. En el mar hay muchas cosas, pero sobre todo hay agua, agua, siempre agua. Recuerde: no hay sed que se la beba… 

El poeta: Sus primeros poemas son siempre maldiciones (los que siguen también). Se enamora seguido y cae con la misma frecuencia. Se levanta despacio sobre papel y tinta. Por reír mejor llora. 

Está en peligro de extinción. 

El viento: El verdadero capitán del mundo. Dirigiendo polvo y caminos se divierte con nosotros y, dicen, no lo pasa tan mal. 

INSTRUCCIONES PARA OLVIDAR Y RECORDAR 

Sáquese despacio ese amor que le duele al respirar. 

Sacúdalo un poco para que despierte. Lávelo con cuidado, que no quede ni una sola impureza. 

Limpio y oloroso proceda a doblarlo tantas veces como sea necesario para tener el tamaño de la uña del dedo gordo del pie derecho. Espere el paso de una hormiga, ser noble y generoso, y pásele la pesada carga. Ella lo llevará a guardar en alguna profunda caverna. Hecho esto, vaya y rellene, por enésima vez, la pipa de tabaco frente al mar de oriente. El olvido llegará conforme se termine el tabaco y el mar se acerque a usted. 

Si quiere recuperar ese amor que ahora olvida, basta escribir una larga carta hablando de viajes desconocidos, hidras, molinos de viento, oficinas y otros monstruos igualmente terribles. A vuelta de correo tendrá su amor tal y como lo envió, acaso con un poco de polvo y sueño en la cubierta… 

INSTRUCCIONES PARA SEGUIR ADELANTE 

Frente a un espejo cualquiera, dése cuenta de que uno no es lo mejor de sí mismo. Pero siempre se puede salvar algo: una uña por ejemplo… 

INSTRUCCIONES PARA MI MUERTE 

Los que ahora dicen -¡Qué malo es!-, dirán entonces -¡Qué bueno era!-. Y yo me iré sonriendo, burlándome siempre de ellos, es decir, de mí. 







INSTRUCCIONES PARA ENAMORARSE
 

Elija una mujer cualquiera. 

Ponga cuidado en alguna parte de su cuerpo (de ella) y empiece a amarla. Aumente poco a poco su amor hasta completarla. 

Hecho esto, desenamórese rápidamente, ya que el amor provoca adicción. 

INSTRUCCIONES PARA NO LLORAR 

“Que mientras quede un hombre muerto, nadie se quede vivo. 

Pongámonos todos a morir, aunque sea despacito, hasta que se repare esa injusticia.” (Roberto Fernández Retamar). 

Sobre su muerte nos fuimos levantando. 

Fueron primero cinco nombres cayendo uno a uno, y juntos, en nuestra memoria. Luego vinieron a sumar su sangre otros nombres. Ya nos desgajábamos cerro abajo y la sangre juntajusta de otros más, nos devolvieron arriba. Más, en tiempos distintos, con celo juntaron toda esa sangre en la suya propia para que no se perdiera río abajo. Seguimos caminando sin mirar muy lejos y algunos más destaparon el cofre de laca para reabrir nuestra memoria, y nos obligaron a levantar la vista con su sangre. Siempre sobre su muerte nos fuimos levantando. Y así cada uno va poniendo su cuota de sangre para que otros se vayan levantando, hasta que todos de pie pongamos un nuevo sol sobre una tierra nueva. 

INSTRUCCIONES PARA HACER UNA CANCIÓN 

Inicialmente no es forzoso saber las notas, las rimas y ritmos. Basta con empezar a tararear alguna vieja tonada que recuerde. Repítala hasta que nada tenga que ver con la original. La letra es lo de menos, porque poemas sobran. Pero, por las dudas, cuide que nadie lo escuche… críticos también sobran… 

INSTRUCCIONES PARA TENERSE LASTIMA 

Pobrecitos de nosotros, tan pequeños y con toda la revolución por hacer. 

INSTRUCCIONES PARA TENER ÉXITO 

Decida escribir un libro. 

Junte varios recuerdos (mínimo 16). Escriba un largo prólogo y, en las pocas páginas que queden, amontone los recuerdos. El índice no es necesario. Después cruce a nado el Atlántico y conquiste Europa. El libro se venderá como pan caliente. 

INSTRUCCIONES PARA DESPEDIRSE 

No mire hacia atrás. 

Suele bastar con eso… 

INSTRUCCIONES PARA MEDIR EL SILENCIO 

Basta con los suspiros. 

Pero no los cuente, el resultado suele ser desalentador. 

INSTRUCCIONES PARA LAS LÁGRIMAS 

Forme un cuenco con las manos, deposite las lágrimas una a una. Lleno el cuenco, vacíelo en un paraje extraño y forme tantos mares como sea necesario. Bautice los mares con nombres apocalípticos y hermosos. Evite las obviedades como “Mar Amargo” y “Mar de las Penas y los Gozos”. “Mar Árbol”, “Mar Sol”, “Mar Sombrero” y nombres parecidos son los más indicados. 

INSTRUCCIONES PARA MEDIR LOS AMORES 

Encienda la pipa y siga caminando. Recoja, con cuidado, algunos de los besos más olvidados, algunos mechones de cabello, 2 ó 3 miradas, uno que otro recuerdo de pieles blancas y morenas, un poema roto y una suela de zapato (ésta última para darle consistencia al brebaje). Revuelva todo y sazone a discreción. 

Divida el resultado entre 2 tantas veces como sea necesario, hasta que no quede nada. 

cómodo que se puede estar sentado en el lodo, no obstante mosquitos, moscos y moscardones. 

Decidido ya a levantarse, que siempre es lo más difícil, procede esa complicada operación que consiste en apoyarse en manos y rodillas de donde fuere y tratar de poner el pesado caparazón sobre la espalda (tan sencillo, y pesado, que es llevar la casa a cuestas: apenas un plástico y una hamaca. Pero la mochila se obstina en llevar otras cosas absurdas: algunos libros de poemas, un poco de ropa, un calcetín sin su par, la medicina para el mundo, comida, una húmeda cobija… 







INSTRUCCIONES PARA CAER Y LEVANTARSE 

Siga caminando, cuando se dé cuenta ya estará de nalgas en el suelo, en esa posición incómoda que tienen los muñecos para estar nomás. Acto seguido procede una larga y obstinada reflexión sobre la conveniencia de quedarse ahí en el suelo. Pero ya se alejan los compañeros y la picada está lejos de parecer un claro camino, claro. Tampoco es cuestión de quedarse ahí toda la vida, con el lodo llenándome el alma y la mochila, así que llega el momento de levantarse, situación difícil e impredecible en sus resultados. Tal vez es mejor seguir en el suelo y arrastrarse poco a poco, pero, además de ser poco estético, es impracticable (creánme, lo he probado), siempre habrá alguna raíz oculta o una espina que nos retenga, y entonces nueva reflexión sobre lo conjunto de la carga pesa toneladas (sobre todo después de las primeras horas de caminata) y tiende a atorarse cada que le viene en gana, es decir, casi siempre). Ya tortuga boca abajo sigue poner un pie y alzarse sobre el otro, con la consiguiente protesta de las rodillas, el horizonte entonces se ensancha y siempre será ajeno. Con la mirada en el suelo se reemprende la marcha hasta la nueva caída, que será apenas unos pasos adelante. Y la historia se repite…” 

INSTRUCCIONES PARA MEDIR DESAMORES 

Basta el rencor y, finalmente, no vale la pena. 

INSTRUCCIONES PARA MEDIR LA VIDA 

Se toma cordel a discreción y se empieza a meter en el bolsillo derecho del pantalón hasta que ocurra una de dos cosas: 

A) Que el bolsillo se llene de cordel. 

B) Que se canse uno de estar metiendo el cordel en el bolsillo. 

Cuando ha ocurrido una de las dos cosas arriba señaladas, o las dos, espere una tarde lluviosa. 

Justo cuando la lluvia empiece a titubear en caer o no sobre la tierra, saque el cordel y arrójelo hacia arriba, lo más alto posible, con un elegante ademán de mago y, simultáneamente, murmure las siguientes palabras: “Veo, mido, existo, la vida”. Si se han seguido las instrucciones al pie de la letra, el cordel permanecerá en el aire, suspendido por unos instantes, antes de volver a tierra en un manojo de hilos. Ahí tiene usted la medida de un pedazo de vida. Si no obstante haber seguido las instrucciones, el cordel no responde como arriba indicamos, no se preocupe y pruebe con otro cordel. Sucede que hay cordeles que se niegan, con desconcertante obstinación, a medir la vida de nadie (bastantes problemas tienen con amarrar botas, zapatos y otras cosas absurdas, dicen). 

Selva Lacandona, Chiapas, México. 1984-1989. 

Desde las montañas del Sureste Mexicano 

Subcomandante Insurgente Marcos 

Ejército Zapatista de Liberación Nacional 

México 

viernes, 15 de abril de 2011

Guitarrero

Cuando era chico quería tocar el piano. De hecho empecé a estudiar en un conservatorio. No sé porque, me gustaba, era fuerte y constante, un sonido total que todo lo llenaba. Poderoso.

Lo que no era poderoso era el sueldo de mi vieja, que como madre sola y con problemas serios de salud, no pudo sostener más que un par de meses mi formación musical. Tuvimos que buscar algo más sencillo, más alcanzable. Así fue que mami me instó a que me acerque a la guitarra. Fue una de sus tantas premoniciones; ella quería que haga música, veía que lo necesitaba, que tenía que encontrarme en otro lugar otra vez conmigo. Yo no quería tocar la guitarra. Quería mi piano, o el saxo o no sé que más; pero no la guitarra…

Mami era pragmática, la guitarra la llevás a todos lados, te acompaña, es sencilla y sirve para animar cualquier encuentro. No hubo muchas discusiones, al poco tiempo empezaba a estudiar guitarra. Solo Dios y mis profesores saben lo mal alumno que puedo ser. Vago, atorrante y mediocre. No me gustaba y no practicaba. No lo quería hacer. Rompía mi guitarra un montón de veces por descuidarla. Se  caía, se golpeaba o pasaban meses sin que la toque. Horrible.
Mientras tanto contaminaba mi espíritu con una radio FM que escuchaba todo el día, y me sabía todas las cumbias de moda. Horrible también.

Todo siguió así hasta que mami ya no me pago más profesores porque los profesores no me querían recibir más de alumno, porque era pésimo. Y decreté mi divorcio de la música.

Fui a conservatorio y tuve profesores. Aprendí a amar la música y me hice guitarrero lejos de las partes y las clases. Todavía me acuerdo. Fuego, carbón chisporroteando, vino tinto, asado en el taller de unos amigos. Desenfundan una guitarra y empiezan “parece mentira, que ya no me quieras, que aquel amor de fuego ni las cenizas ya quedan…” ¡Como sonaban esas chacas!

Volví a casa y empecé a tocar de oído. Folclore, mucho folclore. Y en todos los asados llevaba mi guitarra. Empecé a enamorarme de la música, de mi música. A poner el corazón en cada canción, a encontrarme conmigo, con lo que siento y callo y solo sale en una nota o en un verso. El mismo verso que miles lo cantan y sienten lo mismo o no, pero que empapan de sangre nueva a añejas letras y melodías.

Me siento guitarrero, me encanta la música y lo que se genera. Un asado, un vino, amigos, juntada, charlas eternas y canciones coreadas entre todos. La última que nunca es la última, y chele que dice “hacemos zamba por vos que la sabemos todos”.

Estando ahora en el monte lo veo prodigioso, porque es como saber el idioma de una tierra a la que acabas de llegar. Me siento parte en cualquier asado, en cualquier encuentro, y puedo donarme y darme a todos y cada uno.
Como dice la Zamba de Carlos Di Fulvio:
Guitarrero, con tu cantar,
Me vas llenando de luz el alma,
Porque tu voz, temblando está
Corazón adentro de la farra.

Hoy ya no quiero tocar el piano. Y hace mucho que no escucho radio.

miércoles, 6 de abril de 2011

Comenzando a Caminar




Digamos que escribo desde lejos. No un lejos de geografía, o al menos no solamente. Un lejos distinto, salobre. Lejos de indiferencia, de marginalidad, de costumbre y letargo cómplice. Un lejos que seis meses atrás...a mi también me tendrían muy lejos.

No voy a contar las razones o circunstancias de como llegué a este norte, a este monte. No porque son varias y de a momentos no las entiendo. Solo sé que fortalece mi fe, mi ser sabiendo que hay algo que me toca hacer, hay algo bueno que me toca a mi poner en esta realidad.

Les decía que estoy lejos, y en esta ventana me asomo para verlos y que me vean, y que cuando vean miren, y descubran los muchos nombres que me van marcando. No es un afán de exhibicionista...sino una necesidad de utópico trashumante. 



Necesito escribir, necesito compartir. Para ser. Para no perder ni perderme. Para en medio de tantos cambios que me descolocan, encontrar un punto de equilibrio donde la luz compañera fulgure sin miedo a apagarse.

Escribo desde que recuerdo, no se si bien, más bien me trillo bastante y hay una eterna reminiscencia que no me abandona. Pero escribo porque es lo que se hacer. No puedo jugar a la pelota como cuando tenia seis años ni bailar creyéndome Pajarín Saavedra como a los quince. El banco del sol quedo en Concordia y José Cubas y la plaza de Villa del Parque con su banco sin palomas es un olor, un atisbo de remembranza.

No puedo volver a tantas cosas que quiero y que quedaron lejos. Y me asusta pensar que siempre va a ser así. Siempre moviéndome. Siempre cambiando.

Por eso quiero escribir para encontrar lo permanente. Quiero escribir para abrazar lo necesario. Porque la pobreza me duele siempre y eso nunca cambia. Porque el amor me sigue alcanzado y me emociona a diario. Porque la música me eleva y vibro en cada chacarera. Y la amistad me seduce, la de antes, la de ahora, la de lejos y también las de ahicito nomas...

Escribo para comenzar a caminar, para no detenerme y para saber que se hace algo de luz siempre en tanta noche.